Hablar del año 2008 para muchas autoridades benianas es hablar de un año al que califican de regular para abajo, no solamente por la desgracia que trajo consigo la inundación a miles de familias benianas sino también por el sabor agridulce que les dejó la pelea con el presidente de Bolivia, Evo Morales, por las autonomías departamentales y por repeler a lo que denominan un gobierno abusivo y totalitario.
Al comienzo del 2008 miles de familias benianas vivieron la desgracia de la inundación, esta vez con más fuerza porque no habían terminado de recuperarse del exceso de agua del 2007.
Los hogares más afectados fueron los que estaban asentados a orillas de los ríos como el Ibare y el Mamoré. Quienes estaban asentados en otra orilla, la de la circunvalación en la ciudad de Trinidad, también tuvieron que salir de sus casas anegadas de agua y refugiarse en carpas instaladas en la misma carpeta asfáltica que cubre el anillo protector de inundaciones en la capital del Beni.
Las consecuencias del desastre natural sobrepasaron la capacidad de respuesta de las autoridades locales y nacionales; fue necesario solicitar la ayuda internacional que a través de organizaciones de carácter humanitario se dio modos para atender las necesidades básicas del mar de damnificados.
Los daños materiales por segundo año consecutivo fueron cuantiosos para agricultores, ganaderos y población que vio cómo el agua dañaba sus hogares y en algunos casos las tiraba por los suelos.
Para contrarrestar las pérdidas, desde la prefectura se ideó el plan de reconstrucción, estrategia que nunca llegó a ponerse en marcha en su totalidad porque nunca llegaron los recursos económicos desde el gobierno central.
Sin embargo, el gobierno tenía su propio plan de reconstrucción y algo de dinero entregó a comunidades para ejecutar proyectos destinados a incentivar la producción de alimentos y de re-poblamiento de ganado, para rescatar la principal actividad económica en las pampas benianas.
Cuando los refugiados de la inundación no terminaban de abandonar los campamentos, la prefectura y el comité cívico departamental se encaminaban a otra batalla electoral por las autonomías.
El camino marcado por Santa Cruz con la realización del referendo por el estatuto autonómico fue seguido por los benianos, que asistieron a emitir su voto el primero de junio.
La jornada fue relativamente tranquila apenas alterada por un pequeño grupo de mototaxistas que se dieron el lujo de jonear vehículos de la prefectura y protagonizaron enfrentamientos, más bien, leves escaramuzas con miembros de la unión juvenil.
La mayoría de la población le dijo Sí al estatuto autonómico y salió a festejar el triunfo obtenido en las urnas concentrándose en la plaza principal “José Ballivián” donde los líderes departamentales aseguraron que era el inicio de una nueva etapa de mejores días para el departamento.
Cuando las autoridades creían que el camino estaba expedito para consolidar las autonomías, el presidente Evo Morales impulsó el referendo revocatorio de mandato, fue el inicio de la fracturación del Conalde, mientras Santa Cruz y Beni rompieron un primer acuerdo de rechazar la convocatoria, Cochabamba se mantuvo firme.
Al final, el nuevo referendo realizado el 10 de agosto ratificó a Ernesto Suárez en la prefectura y a Evo Morales en la presidencia. Con el triunfo a nivel nacional, Morales quebró todo intento de los prefectos de poner en marcha las autonomías departamentales, al menos durante el año que termina.
De ahí en adelante vinieron tiempos violentos en el país con la toma de instituciones del Estado en Santa Cruz, Tarija y Pando. En Trinidad, la violencia fue contenida por un acuerdo entre la primera autoridad del departamento y autoridades militares que cedieron el resguardo de las instituciones con el objetivo de evitar enfrentamientos.
El final del año fue más tranquilo y con buenas noticias para quienes sufrieron el embate de la inundación. Primero el presidente Morales entregó un gigantesco terraplén que protegerá de la inundación al sector oeste de la ciudad, más de 10 mil familias beneficiadas con ayuda del Gobierno de Venezuela.
Luego, el alcalde de Trinidad, Moisés Shriqui y el prefecto Suárez, entregaron casas construidas en zonas elevadas para quienes lo perdieron todo con el agua en las dos últimas temporadas de lluvia.
El 2009 se vislumbra amenazador para las autoridades cívicas, prefecturales y ganaderas, el reto inmediato será vencer al gobierno en el referendo que pone a consideración una nueva Constitución Política del Estado y el espacio máximo de extensión de tierras productivas.
La campaña por el No arrancó en Trinidad con la recolección de firmas en una tela blanca de 60 metros de largo por 4 de ancho que recorrerá diferentes provincias del Beni antes unirla con otras similares que son firmadas en los otros departamentos del país que rechazan el proyecto de Constitución impulsado por el partido de gobierno.
Con pérdidas económicas por la inundación, triunfos y derrotas en las urnas, el temor de los efectos de la crisis económica internacional y la incertidumbre en los resultados del referendo constitucional del 25 de enero, las y los trinitarios esperan que el 2009 sea más benigno con todos.
Feliz Año Nuevo
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