Tres hornos para hacer ladrillos fueron construidos sobre el dique que protege al sector Oeste de la ciudad del rebalse de ríos.
Los hornos se encuentran fuera del barrio Mangalito, donde inicia el terraplén de tierra construido por la Fuerza Binacional Bolivia-Venezuela y que evita que una gran masa de agua inunde cientos de hogares.
Dos de ellos funcionan desde la semana pasada, mientras que el tercero recién entrará en operación. La diferencia de tamaño es casi imperceptible, tienen la capacidad para cocer entre siete mil y diez mil ladrillos.
Desde el terraplén se puede ver la zona de los ladrilleros o tejeros inundada desde hace semana. Sin embargo, los hombres que tiene por oficio moldear el barro se las ingenian para sobrevivir en esta época del año.
El dueño de uno de los hornos se adelantó en asegurar que levantó la estructura de manera provisional, mientras el agua baja y puede volver a su lugar de trabajo.
El precio del ladrillo subió, un mil ladrillos cuesta alrededor de 950 Bolivianos aunque también cada uno puede costar un Boliviano.
El trabajo en cada horno es hecho por tres personas adultas, aunque no en todos los casos. Cada ayudante gana 200 Bolivianos por cada mil ladrillos. Cada horno consume 35 carretadas de leña de guayabochi por hechura.
La tierra que se utiliza en la elaboración del ladrillo es comprada y acarreada en volquetas desde otros puntos.
El horno se hace funcionar con leña gruesa, las primeras 25 horas; y las siguientes 25 horas con leña más pequeña.
Familias enteras se dedican a este negocio. Los hombres y los adolescentes se ocupan desde el inicio del proceso con la fabricación de barro.
Una vez el ladrillo está cocido, menores de edad y mujeres se incorporan al sistema de producción moliendo los que se partieron o resultaron dañados. El cascote obtenido producto de los golpes cuesta alrededor de 3 Bolivianos la lata.
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