Un hombre y una mujer dijeron sí en el altar de la Iglesia de San Javier, 42 años después de vivir como pareja y haber criado a nueve hijos y otros cuantos nietos.
Roger Méndez y Bertha Jou aparentan una edad menor a la que en realidad tienen. Él cumplió 66 años de edad y ella apenas 62.
Con la cabeza con escazas canas y rodeados de hijos y nietos, Roger y Bertha se volvieron a prometer amor eterno ante Dios, pero esta vez con un cura de por medio.
La historia de amor de esta pareja comenzó hace más de cuatro décadas en la población de San Javier, ubicada a 25 kilómetros al norte de Trinidad.
En esa época, el traslado entre la población y la capital del Beni se hacía en carretón en tiempo seco o en canoa en tiempo de agua, no había camino, mucho menos carretera asfaltada como hoy.
El casamiento se realizó en la misa en homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de San Javier, y esa es una de las pistas que dan para que sus vecinos entiendan porqué el matrimonio después de tanto tiempo de vivir juntos.
“Es la ley de Dios y hay que cumplirla”, le dijo el novio a su compañera hace más de dos años cuando se germinaba la propuesta de llevarla al altar.
Ellos, en realidad, se casaron por lo civil el año 2000, cuando casi habían terminado de criar a su último hijo, varón, después de ocho mujercitas.
“El hombre siempre es hombre, y la mujer tiene que soportar mucho, especialmente en el campo. Aunque también hay hombres que son traicionados y por eso los matrimonios fracasan”, reflexionó la recién casada.
“Estoy satisfecha por llegar a este punto, donde tengo una familia formada y cumpliendo con lo que mandan las leyes del hombre y de Dios”, añadió.
La fecha del matrimonio fue fijada como promesa-ya cumplida- a la Virgen del Carmen, de quien son devotos y a quien rindieron homenaje antes de su Noche de Bodas.
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