Jhojans Steven Pereira Cespedes, chofer de ambulancia del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Trinidad. FOTO JSPC |
Entró al hospital apurado porque la vida de una paciente se escapaba. Había
conducido con pie pesado y brazos firmes por las calles casi desiertas de la
ciudad, ayudado por las sirenas de la ambulancia que espantaron a peatones y
conductores desprevenidos. Pidió una camilla y alertó al personal médico de “un
código azul”. Fue en vano. Jhojans Steven Pereira Cespedes, chofer de
ambulancia del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Trinidad, fue testigo de la
precariedad del sistema de salud de la capital del Beni. Así terminó su jornada
este lunes, el día en el que los Bomberos Voluntarios restablecieron el
servicio de ambulancias para atención prehospitalaria.
Los bomberos suspendieron el servicio, días atrás, luego de varias jornadas
de trabajo atendiendo a pacientes sospechosos de coronavirus. Al igual que
miles de personas en la ciudad, ellos sintieron los síntomas y decidieron hacer
un alto hasta recibir atención médica y sentirse recuperados.
Pereira, en este reinicio, atendió seis llamados de auxilio, el último
marcó su jornada.
Alrededor de las tres de la tarde, Pereira recibió el llamado para
trasladar a un paciente “blanco”, es decir, sin sintomatología compatible a
coronavirus. El viaje parecía sencillo porque un médico los acompañó hasta un
centro de salud. Todo cambió al llegar al lugar. El personal médico no recibió
a la mujer enferma que estaba en la ambulancia, argumentando que su saturación
de oxígeno era muy baja y no podría auxiliarla.
Contra el tiempo, Pereira condujo hasta una clínica privada donde tampoco
recibieron a la mujer, que para ese momento había empeorado. No había otro
camino que el que los llevaba hasta el Servicio de Emergencia del Hospital
Presidente Germán Busch.
“Antes de llegar al hospital Trinidad la paciente entra en paro. Escucho al
paramédico acompañante que me dice: paciente entró en paro, iniciando RCP.
Despejó vías aéreas, inició el RCP. Yo me parqueé como pude en la zona de
Emergencia, entré a la sala de Emergencia, donde es la sala de terapia.
Solicité, por favor, un médico porque tengo un código azul, paciente entró en
paro y necesito una camilla de transporte, y todos los médicos me miran
asombrados como diciéndome quién es este loco”, dijo el conductor especializado.
“Al ver esa reacción de los médicos, yo lo único que pude hacer es ir a
colaborar a mi compañero para poder realizar la maniobra RCP y por lo menos que
tengamos una oportunidad de vida de ese paciente. Llegó el doctor (Rodny) Mier,
siguió ocupándose del paciente, pidió estetoscopio, pidió oxímetro, pidió todo
lo necesario para poder reanimar a esa persona, pero no se pudo. A las 16:46
(15:56) fue cuando me dijeron: paciente óbito, en pocas palabras que estaba
muerta”, narró.
Pereira reflexionó sobre lo ocurrido este lunes. Consideró que una gran
ayuda llegó a la ciudad para atender la emergencia sanitaria por el
coronavirus, pero que en “un día lo hemos saturado todo”.
El domingo, un hombre de edad avanzada tampoco fue admitido en los
hospitales locales, por lo que la ambulancia tuvo que regresarlo a su casa y
poco después falleció sin que algún médico lo haya asistido.
Aunque desanimado,
Pereira encuentra en sus compañeros y en los otros cinco pacientes que sí
recibieron atención médica, el aliento para volver a colocarse tras el volante
de la ambulancia y responder al llamado de auxilio.
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