Tres muertes en los últimos meses han quedado en el dolor y
el silencio. Dolor en el corazón de las familias que lloran a los difuntos y en
el silencio de una sociedad que parece desarmada ante el deseo de jóvenes que
quieren surgir sin medir las consecuencias.
Alguien publicó: “Qué fugaz es la vida. Muchachos jóvenes mueren
buscando su destino”.
Otra persona escribió como parte de un mensaje de
condolencia “Tu sueño era volar, hoy has volado muy alto hacia el cielo a la
presencia de nuestro Dios”.
Aunque nadie lleve la cuenta, lo cierto es que se
multiplicaron los “Vuela más alto, mi capitán”, frase que acompaña el luto por
los pilotos caídos.
Los rumores son varios y están relacionados con vuelos
informales, aunque los más cautos hablan de accidentes aéreos. Otras personas
simplemente no saben o dicen no saberlo. Qué se puede informar cuando las
autoridades encargadas de los servicios auxiliares aéreos no tienen reporte
sobre siniestros, tampoco lo tienen las autoridades encargadas de la lucha
contra el narcotráfico.
Sin pruebas no hay delito, pero el silencio queda y sobre
todo el dolor de los amigos y familiares que tienen que recoger los cuerpos y cargarlos
hasta su última morada, aunque muchas veces sólo hay una misa íntima sin
entierro.
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