Flora Villarroel y Miguel Ángel Monasterio Ribera. Foto Familia Monasterio Villarroel |
El corazón de Miguel Ángel Monasterio Ribera
lo llevó a España, tras los pasos del amor de su vida, Flora Villarroel, con
quien lo compartió todo, tanto éxitos como fracasos, salud y enfermedad. El profesor
Monasterio es el primer beniano registrado que haya muerto por coronavirus.
Falleció el fin de semana en Valencia-España, donde su esposa Flora todavía
lucha para vencer al virus que está causando luto a nivel mundial.
En Trinidad, donde nació hace más de 76 años,
Monasterio fue director de los colegios Antonio Ribera Menacho y Beni, recordó
desde su casa en Concepción, Santa Cruz, Vanessa Monasterio Villarroel, una de
los cuatro hijos que nacieron del amor de la pareja de migrantes.
Vanessa encontró en las redes sociales un
lugar donde expresar el agradecimiento que siente por su padre, uno de los diez
bolivianos que murieron en España por el COVID-19.
“Gracias por tu amor, tu
ejemplo y tus enseñanzas. Te amamos”, publicó en su cuenta en las redes
sociales, donde describió la figura masculina y paterna del profesor.
“Quiénes lo conocieron saben
que fue un gran hombre, temeroso de Dios, fiel cristiano, enamorado
perdidamente de mi madre, excelente padre, fue un gran abuelo, le encantaba ir
a la iglesia y tocar la guitarra. Fue un hombre al que nunca vi molesto, le
encantaba mirar dibujos animados y jugar videojuegos, tomar helado y comer
comida china”, dice parte del texto publicado.
Coralia Monasterio
Villarroel, también hija de Miguel Ángel y Flora, encontró palabras para
construir una breve despedida a su padre.
“Me decías en cada llamada
que los tiempos de Dios son perfecto y para ti el vivir en Cristo y el morir es
ganancia. Y te admiro por la fe que siempre has tenido. Gracias, papito lindo
por estar siempre, por ser la voz que calmaba mi enojo”, compartió Coralia.
Los cuatro hijos de Miguel
Ángel y Flora nacieron en Trinidad. Doña Flora, a quien en familia le dicen Peque,
se fue primero a España en busca de nuevas oportunidades para los suyos. Él la
siguió, unos meses después. En España les fue bien. Compraron un restaurante en
pleno centro, al cual llamaron “Patujú”, donde servían comida boliviana y los
fines de semana se escuchaba música en vivo. Los años les trajeron alegrías,
pero también les redujeron las fuerzas y al no poder atender el negocio decidieron
venderlo, recordó Vanessa.
Monasterio regresó a
Trinidad hasta que los médicos se lo permitieron en 2007, después no pudo por
la diálisis a la que tenía que someterse.
La última vez que Vanessa
vio a su padre en persona fue hace 10 años. Pudo hablar con él un día antes de
que ingrese al hospital La Fe de Valencia, a finales del mes pasado. Hoy lo
llora junto a su hijo, en la pequeña población cruceña donde también se toman
las medidas de bioseguridad para evitar la propagación del coronavirus.
“Es como una película de
terror. Mis padres estaban en casa, lamentablemente mi padre se infectó porque
salía día por medio a su diálisis. Y fue allí donde se contagió. Luego él
contagió a mi madre y a mi cuñada. Ellos tomaron todas las medidas de seguridad
necesarias, lamentablemente mi padre tenía que ir sí o sí a sus diálisis”, explicó.
Mientras Flora y su nuera
siguen dando pelea al coronavirus en el hospital, su hijo y tres nietos se
encuentran sanos cumpliendo cuarentena en Valencia. La preocupación de la
familia ahora se centra en ellas.
Monasterio tramitó la
ciudadanía española, aunque en sus días de nostalgia recordaba la pesca en los
alrededores de Trinidad y extrañaba su vida de maestro/Radio Patujú.
Miguel Ángel Monasterio Ribera. Q.E.P.D. Foto Familia Monasterio Villarroel. |
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