Foto:El camino de tierra tuvo algunos cortes de agua por donde los marchistas se dieron modos para pasar.
La IX Marcha Indígena pareció, este martes, estar integrada por una menor cantidad de personas de las que salieron el viernes desde Trinidad; a pesar de ello, en esta jornada avanzó la mayor cantidad de kilómetros desde que los nativos iniciaron la caminata.
Menos de doscientas personas del chaco, occidente y oriente boliviano que rechazan la Ley 222, partieron alrededor de las ocho de la mañana desde Puerto Los Puentes, cruzaron el río Mamoré y enfilaron hacia La Paz.
Recorrieron 14 kilómetros hasta llegar al Río Tijamuchi, donde piensan pasar la noche, a un lado del camino, y mañana reiniciar la caminata.
Una de las primeras recomendaciones que hizo a los marchistas, el presidente de la CIDOB, Adolfo Chávez, fue alejarse del medio de la carretera para evitar ser atropellados por algún vehículo que transite por el lugar.
Un letrero en el puente aclara que la distancia desde ese lugar a Los Puentes es de 14 kilómetros; mientras que el tramo Tijamuchí-Trinidad es de 26 kilómetros.
Los marchistas se maravillaron al ver desde el puente que en el río varios “bufeos”, una especie de delfines, pescaban haciendo su peculiar resoplido bajo el agua. Los más intrigados eran quienes llegaron desde el occidente del país.
Chávez, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), cree que avanzaron “en contra de la naturaleza y el camino”. El mal tiempo los retuvo más de dos días en Puerto Varador y las difíciles condiciones de la ruta de este martes los pusieron en zozobra.
Las pasadas lluvias causaron varios cortes de agua en el camino de tierra, a unos cuantos kilómetros antes de llegar al río Tijamuchí.
Los indígenas tuvieron que equilibrarse en delgadas lomas de tierra para no meterse al agua, y cuando faltó la tierra no tuvieron más remedio que sacarse los zapatos y pisar barro para continuar.
El mayor cuidado lo tuvieron algunas madres que con hijos en sus brazos se esforzaron por no resbalar y no caer al barro.
Los cortes incluso obligaron a movilidades de alto tonelaje a quedarse en medio de la carretera.
Uno de los cortes es lo bastante profundo como para que algún vehículo transite por ahí. Para socorrer a las movilidades pequeñas, un pontón las lleva por la cuneta, que tiene una profundidad de unos tres metros, hasta el otro lado.
Los encargados de la logística deben sortear los cortes en el camino. Un camión viejo que se encarga de transportar cocinas, garrafas y alimentos, no podía cruzar el corte más grande.
El mismo problema deberá ser sorteado cuando reanuden la caminata, este miércoles. Un corte mayor los espera a un kilómetro, aproximadamente, de donde se encuentran, será el último en la ruta hacia San Ignacio de Moxos.
Foto: Las madres con hijos en sus brazos se esforzaron por no resbalar y no caer al barro.
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