Sergio Zapata, crítico de cine y capacitador de la Escuela Popular para la Comunicación, afirma que hay un incremento en la producción de documentales, mientras que se mantiene el bajo volumen de producción de películas de ficción en Bolivia.También va en ascenso el número de espectadores en los cines del país. Zapata dictó un taller en el último festival de cine realizado en la capital del Beni, en el que tuvo la oportunidad de entrar en contacto con jóvenes benianos interesados en mirar y hacer audiovisuales.
¿Cómo está en números la producción nacional de cine?.
Santiago Zapata (SZ).- Según el informe de la Cámara de Empresarios Cinematográficos de todo el país, el incremento de gente que asiste a la sala de cine es realmente alentador el del 2011 eran 3,5 millones al 2012 son cuatro millones de gente que asisten a las salas de cine. Estamos hablando de gente que quiere ver cine, eso como un dato. El otro dato es el volumen de producción de cine de ficción con intención de ser exhibido en sala comercial en 35 milímetros, en DVD o en blue ray es escaso. No podemos superar las 10 películas al año, en toda esta década; pero en documentales es super rico porque hay una explosión del documental en muchos niveles. Hay desde producciones de tres minutos de chicos de 18 años que te cuentan un día en su vida hasta grandes producciones que ya vienen con aval de instancias públicas y/o privadas, pero ese volumen de producción supera tranquilamente las 30 piezas. Es decir estamos en frente a un fenómeno exorbitante a favor del documental y en ficción seguimos en una media igual en los últimos 10 años.
¿Qué están mostrando los documentales?.
SZ.- La efervescencia de los localismos. Yo creo que consecuencia de los fenómenos globalización, profundización de las democracia, autonomía, discursos regionalistas. Ahí vemos esa efervescencia por querer mostrar lo local, que eso al fin está bueno, porque genera identidad y genera puentes de diálogos siempre y cuando sea esa la intensión porque también hay otros que buscan propagar ciertos sentimientos adversos a otra región, localidad, cultura y procedencia.
¿Cuánto se está invirtiendo en cada documental?
SZ.- Son productos como una obra de arte. No le vas a preguntar al pintor cuánto le costó hacer un cuadro. Pero, podemos hablar de una (inversión) media, sin exagerar, sé que el número tal vez escandalice porque el número es muy bajo, pero he sido testigo de producciones de esa envergadura, son 200 bolivianos. Ojo, dónde se van esos 200 bolivianos, en la cinta, un poco de electricidad, un poco de comida y telefonía. Ahí no estamos cuantificando el tiempo de hombre trabajando porque estamos hablando de productos con un fin artístico comunicacional. No con productos, no con mercancías. Estamos en la puerta de una revolución a nivel comunicacional. De ahí que si los productos son de calidad o no el espectador va a decidir.
¿Qué están haciendo las productoras grandes?
SZ.- Están haciendo cosas a pedido. Porque es agenda internacional, el tema de medio ambiente. Hay mucho que se está filmando sobre todos nuestros animalitos en vías de extinción, que más del 50 por ciento viven en el Beni.
¿Este tipo de producción cuánto cuesta?
SZ.- Están costando como mil dólares, depende para qué pantalla.
¿Es posible hacer industria cinematográfica en Bolivia?
SZ.- No creo que sea posible. Mientras no haya estímulos es difícil querer hablar de una industria porque si lo dejamos a la mano invisible del mercado como ha sido, sólo vamos a tener nuestras salas de cine, nuestra televisión, nuestras radios con productos extranjeros y de dudosa calidad.
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