domingo, 14 de febrero de 2010

INUNDADOS DE SAN CARLOS VOLVERÁN A SUS HOGARES EN ABRIL


Familias afectadas por la inundación en San Carlos del Ibare calcularon que volverán a sus hogares a mediados de abril cuando se vea tierra y no solamente agua.

Con la ayuda del Gobierno Municipal de Trinidad, la Prefectura beniana y organismos internacionales, unas 20 familias lograron acomodarse en la Plazuela de la Tradición, su hogar por las próximas semanas.

La comunidad está 40 centímetros bajo el agua. Para llegar a ella se necesitan 45 minutos en deslizador, río abajo, desde Loma Suárez en el municipio de Trinidad.

El río Ibare que les servía de medio de transporte y de vida rebalsó hace unas semanas y los obligó a vivir en carpas armadas en una plazuela de la capital del Beni.

“Hasta que empelote la tierra”, respondió Alejandro Vargas, responsable del campamento, cuando se le preguntó en cuánto tiempo estiman regresar a la comunidad.

El agua lo cubrió todo, tiene 40 centímetros en la zona más alta. Los cultivos de yuca, maíz, arroz se perdieron. Lograron sacar un poco antes de que llegue el agua, pero no fue mucho.

Hace una semana salieron del lugar, al igual que lo hicieron el 2008, con sus pocos enceres a cuesta.

Patricia Malúe, una de las tantas madres de familia damnificadas, se siente engañada por la naturaleza.

Este año no hubo mucha manga ni mucha mazorca, de donde sale el chocolate, clara señal en años anteriores que “no iba haber llenura”, pero igual la comunidad se inundó.

Los animales como gallinas, patos y chanchos que se salvaron del abrazo mortal de las “sicurís” sirvieron como sustento los primeros días de la inundación.

Los damnificados recibieron alimentos secos en el campamento. La ración alcanzó hasta el domingo. Al comienzo se cocinaba en “olla común” pero luego cada mujer cocinó para su familia.

El fuego para cocinar es alimentado por aserrín y leña, aunque algunos consiguieron garrafas con gas. Lo que más escasea en las ollas es carne.

Los hombres no se han dejado estar bajo las carpas, salen a buscar trabajo en la ciudad. Ofrecen sus servicios para rozar canchones o como albañiles. De vez en cuando las mujeres salen a lavar ropa ajena cuando las solicitan.

Una de las quejas en anteriores campamentos era que los damnificados se rehusaban a realizar algún trabajo cuando alguien los quería contratar.

Los comunarios de San Carlos mantienen limpia el área de la plazuela trinitaria donde viven albergados, mientras esperan que el agua baje para volver a cultivar su tierra y continuar con su vida, probablemente a mediados de abril.

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