martes, 21 de junio de 2011

EL NEGRO, EL PEÓN OFICIAL DEL JOCHEO E´ TOROS


Foto: El Negro levanta la mano derecha en señal de humilde victoria. Su mayor recompensa es que el pueblo se divierta en el jocheo e´ toros.

El lazo no era lo único que faltaba en el jocheo e´ toros de la Plaza de la Tradición este año, también faltaba “El Negro”.

Quienes tienen por costumbre acudir al corral durante la Chope Piesta pueden reconocer entre el mar de jocheadores la figura inconfundible de Jorge Molina, quien fue bautizado por una radio local como “El Peón Oficial del Jocheo” en Trinidad.

Este año, sin embargo, estuvo a punto de perderse las corridas taurinas al estilo de las pampas benianas. Compromisos de trabajo, dijo, le impidieron llegar al corral los dos primeros días de fiesta. Llegó al tercer día y por si fuera poco, también olvidó su lazo.

“Me olvidé por apurado”, respondió inocente.

Él tampoco imaginó que en la fiesta grande de la capital del departamento ganadero del país se iba a utilizar una soga verde en vez de lazos y huascas.

Años atrás, los brazos de Jorge brillaban cuando jalaba al toro enlazado antes de embramarse en el horcón más cercano, inmovilizar al animal, y así poder ponerle el pechero para que algún valiente suba al lomo de la bestia.

La soga de material sintético, este año, cumplió la función del lazo de cuero, pero no fue lo mismo. El pechero fue reemplazado por un lazo más corto, aunque después de avanzada la corrida muchos montadores saltaron desde el cerco del corral y se sujetaron de la giba del toro con las manos.

La piel de “El Negro” fue curtida con el trabajo de campo, su rostro algo envejecido para los 30 años de vida que tiene refleja la experiencia en el manejo de reses.

Desde que los jocheos se realizan en la Plaza de la Tradición de Trinidad, él se encarga de administrar a los animales que son jocheados, decide qué toro sale al corral y cual no. También decide cuándo termina la jornada taurina, siempre le reclaman quienes quieren seguir haciéndole lance a los cuernos.

Los primeros años lo hacía por dinero, ahora es casi una obligación moral estar en el corral asegurándose de que haya fiesta para el pueblo, y que los animales no sean lastimados por abusivos que lanzan desde lejos algunos objetos o que patean a los toros sin motivo alguno.

Salir en defensa de los animales, años atrás, le costó enfrentarse a golpes con otros sujetos dentro del ruedo de madera. Los intercambios de “lapos” terminaron siempre con un apretón de manos y los aplausos del público.

Alguna vez resbaló con el toro persiguiéndolo, pero nadie recuerda que haya sido embestido; o falló con la lazada, pero se reivindicó casi de inmediato con el público que lo chifló primero pero terminó reconociendo su habilidad con más aplausos.

Quienes tienen por costumbre acudir al corral de la Plaza de la Tradición durante la Chope Piesta creen que no puede volver a faltar el lazo, la huasca, ni El Negro.

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